Con un ideal
de tersura barroca en la representación y apropiándose de una sofis-ticada
tradición literaria, Colombo abre paso a los “salvajes nacionales”: Discépolo,
el sainete, Artl, la parodia a la gauchesca desde Estanislao del Campo hasta
Lamborghini. Al borde de la desintegración sintáctica y montado en un ritmo
arrasador, este libro atraviesa la tradición antedicha con la mirada de una
mujer que sustenta un feminismo “bárbaro” –no programático, ni siquiera del
todo auto consciente--, donde la luz del escenario abandona el relincho del
caballo del héroe para enfocar el rumiar metafísico de –al decir de Colombo— la
yo-vaca.
*El Cronista Cultural, viernes 24 de diciembre, 1993.
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