Reseña: La familia
china, de María del Carmen Colombo (Hilos Editora, 2011).
Extraños y
fantásticos estos textos de Colombo, extraño estilo
barroco/humorístico/oriental/porteño. Son poemas en prosa encantatorios y
conmovedores, eróticos, deslumbrantes. Hay sobre todo uno ("El Mar de la
China", que aquí se reproduce) que debe leerse varias veces. Es como un
magnífico, mínimo concierto barroco. Quien esto escribe tiene el explícito
permiso de Alejo Carpentier, al cual lo ata una fluida y permanente
conversación, ya que es precisamente ese libro suyo uno de los dos (el otro es
Bartleby) de los cuales el comentador nunca podrá desapegarse ni aunque Alberto
Girri resucite para abominar de sus lecturas. ¿Demasiada mescolanza? Es
posible. Pero no es sencillo a cierta edad encontrar a alguien que ha logrado
con arte y artesanía ponerle el cascabel a esa noción abstracta de Belleza con
la que los poetas navegamos sin brújula y sin sentido (sin significados). No
hay otra alternativa después de la lectura de este libro de Colombo que entrar
en estado de confusión, y si aparece Girri en la ensalada es (por dicha) porque
he encontrado también en estos textos que es posible (ahora ya no me caben
dudas) reflexionar con la música y con las substancias polícromas del arte de
la pintura, sobre todo si se la intenta "con el fino pincel de las pestañas".
Y de esa extraña armonía tan lograda procede el deleite especial que produce la
lectura de "La familia china". La Música, creo saberlo aunque me
resulte muy duro demostrarlo con la escritura, es un signo absoluto: a tal
sonido o conjunto de sonidos corresponde esencialmente tal estado de la
naturaleza o tal ser, tal pensamiento o tal afecto amoroso... ¿Habrá encontrado
Colombo un camino para acercarnos al misterio de la Música, del Poema? ¿Cómo
hizo para cantar en esa lengua?
*Texto inédito.
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