Un Fragmento:
"
El yo clandestino de
La muda encarnación*, de María del Carmen Colombo
Autora: Erika
Martínez Cabrera**
La muda encarnación
(1993) comienza con una cita de Nietzche de la que Colombo se apropia
invirtiendo su dirección ideológica: “La mujer sigue siendo gata o pájaro. O,
en el mejor caso,
vaca”. A la animalización, que impregnaba de visceralidad a
los personajes arrabaleros del
Blues del amasijo (1985), se le viene a sumar
ahora una personificación de las bestias
simbólicas de la Patria Grande: la
vaca y el caballo (312). La oralidad coloquial viene a mezclarse
fluidamente
con un culturalismo paisajístico que lee el campo argentino a través de los
ojos pictóricos
de El Bosco o Bruegel, y se aleja así del populismo. Del
arrabal a la pampa, Colombo trabaja
incansable sobre un imaginario folclórico
herido de muerte. Una “pobre mortal montura” enamora al
“eterno caballo” del
poema IV; los poemas VI y VII cuentan la “Caída” y la “Muerte de la vaca
ancestral”. Las voces de Colombo funcionan como un mecanismo corruptor de
símbolos
nacionales: Una orquesta de almas/ desafinadas voces/ en mi oído
absoluto” (pp. 41-42).
El poemario narra la agonía de lo infinito, de la
eternidad de la pampa, retratada en todo lo que hay
en ella de contingente:
aperos, animales, detalles del paisaje. Como contraposición a la pampa
aparece
el gallinero, signo de una culpa, de una podredumbre de los cuerpos en la que
aún resuenan
los ecos de la dictadura. Dios está enfermo, como el día que nació
César Vallejo, y se multiplican
las zanjas, los huecos, las fisuras, los
agujeros (313). El no-ser atraviesa todo el libro: la vaca
y la gallina existen
en negativo, condenadas a una “condición de alverre” (sic), son “las que no”
frente
al perpetuo “soy el que” del gallo, de lo masculino (314).
De forma más
explícita que en el Blues del amasijo, la multitud de personajes, registros y
voces que
atraviesan La muda encarnación son máscara de un vacío, de una
pérdida del cuerpo y de la palabra,
como apunta ya el libro desde su título
(315). El disfraz que persiste en la poesía de la década anterior revela ahora
con más claridad su naturaleza: se convierte en sudario. Como indica una cita
bíblica (316), “el vacío de su yo”, “las
entrañas huecas” (pág.50) de la madre
proceden de la inexistencia (¿desaparición?) del hijo (página 51),
(317):
oh figlia del tuo
figlio
ese sudario
envuelve
el vacío de todos tus
huevos.
En el último poema,
titulado como el texto vallejiano “Espergesia”, se abre paso sin embargo la
esperanza: ante un dios ausente, la salvación llega a través de la
representación. En escena,
bajo los
bajo los
reflectores, el vacío se vuelve eficaz. No
hay más certidumbre que esa.
quiero el agua
del paraíso, dice,
alba
blanca, pura luz
mirando el
reflector dice llena
luna sin culpas
el balde de mi alma
hasta el colmo
como quien toma del
gollete
celestial actriz
finge
la gota terrenal
cuando
enjuga con la punta
del manto una sed de
rocío: ella
cree en la eficacia
del vacío y
representa
la escena pensada por
dios
para salvarnos (318)
Del final de La muda
encarnación nace el siguiente libro de Colombo, La familia china (1999),
donde
los personajes pasan de alternar sus registros y voces poéticas a cobrar la
personalidad y
presencia de caracteres teatrales (319). Estructurado en una serie
de estampas en prosa poética,
este último libro dinamita en su baile
intergenérico al yo confesional de la lírica.
En El hacedor (1960)
de Borges, Shakespeare se dirige a Dios para decirle: “Yo, que tantos hombres
he
sido en vano, quiero ser uno y yo (pág. 1989,182). Para Colombo, el único
ser en vano es el ser
único. De ahí que refuerce la multiplicidad del yo en el
poema, que lo disfrace siempre de nuevo.
* Fragmento
extractado de Carnaval negro: Veinte poetas argentinas de los años 80,
(págs.
493 a 496), texto correspondiente a la tesis doctoral de la docente e
investigadora española
Erika Martínez Cabrera (dirigida por el doctor Älvaro
Salvador Jofré), de la Universidad de Granada,
Facultad de Filosofía y Letras
del Depto de Literatura Española.
** Erika Martínez
Cabrera es docente e investigadora de la Universidad de Granada. Entre sus
diversos trabajos se encuentran: “La narrativa breve de Silvina Ocampo”, “Dos
ventanas, una
luz: la prosa de Sor Juana y Santa Teresa de Jesús; “El ser
invisible. Poesía argentina de los años 80,
escrita por
mujeres”.-------------------------------------------------------------------------------------------------
(312) El diálogo con
Oliverio Girando es en este punto claro. Casi podríamos leer el siguiente
extracto de Espantapájaros (1932) como un intertexto cómico de la cita de
Nietzche: “¿Verdad que no
hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o
con una mujer que tenga las nalgas a setenta y
ocho centímetros del suelo?”
(1986, pp. 66,67). Lejos del humorismo de Girando, la personificación
de Colombo tiene una vocación dramática que nos hace pensar en otro gran maestro de la locución
animal, Horacio Quiroga, que
de Colombo tiene una vocación dramática que nos hace pensar en otro gran maestro de la locución
animal, Horacio Quiroga, que
con frecuencia dotaba a sus bestias
de un halo trágico muy lejano al tono de la fábula tradicional.
(313)Vallejo escribió
en “Espergesia”, el famoso poema de Los heraldos negros (1918) con el que
dialoga Colombo: “Hay un vacío/ en mi aire metafísico/ que nadie ha de palpar”
(1985, 49). El origen
incierto del vocablo “espergesia” (relacionable quizás
con el latín expergiscor, “volver en sí,
despertar”), apunta más bien a un
neologismo del infinito idiolecto vallejiano.
(314)Resuena en estas
fórmulas un episodio de La Biblia: al arder la zarza frente a Moisés, se
escuchó
una voz que decía “yo soy el que soy” (Éxodo 3:1-417. Estas palabras
fueron sagazmente alteradas por
Cervantes quien, frente a un labrador, hace
proferir a su maltrecho Quijote un “yo sé quién soy” (parte
I; Cap. V).
Shakespeare parece glosarlas igualmente en Hamlet, cuyo protagonista afirma: “I
am myself”
(“yo soy yo mismo”), acto 3, escena I, y en Otelo, donde Yago
afirmaba: “I am not what I am”(“yo no soy
lo que soy”), acto 1, escena I).
315 Para el
cristianismo, la encarnación es el misterio y el dogma de la palabra hecha
carne. Visto a la
luz de esta definición, el título de Colombo se torna en
contrasentido. Algo que deja de ocurrir si
atendemos a los efectos del trauma
de la dictadura en la producción cultural argentina de los años 80.
Las
consecuencias poéticas de la imposibilidad de ver y su derivación en una
imposibilidad de hablar
han sido estudiadas en varios artículos por Jorge Monteleone (ver bibliografía).
han sido estudiadas en varios artículos por Jorge Monteleone (ver bibliografía).
316 Las referencias
bíblicas atraviesan todo el libro –de nuevo desde el título—con una presencia
que alterna lo amenazante y lo cómico: “tú (eres) la que no/ ahora y en la
hora” o “polvo eres”
(pág. 53); pecadores y justos/ en un libro de calles/
dispersas” (pág.35); “ora pro nobis” (pág.37);
“creo en/ la Ponedora/ purísima
del casto/ huevo celestial” (pág.47). De hecho en la segunda parte
del poemario
pueden seguirse las huellas argumentales del “misterio de la encarnación”: la
presencia de la virgen (pág.33), la anunciación (pág. 37), el propio misterio:
“un hechizo/ no
puede despertar// a las hondas de montaña/ ave luz ave dios/
por qué serás tan/ alto en el vientre…”
(pág.32).
317 Muchos años
después pero en clara sintonía con Colombo, Diana Bellessi escribirá: “Nacen
esas madres/ de esos hijos y después/ se quieren ir” (2005). Las madres reiben
de sus hijos la
“Herencia” (así se titula el poema) de la rebelión. Este nacer de los hijos se lo debe todo, sin duda,
a las Madres de Plaza de Mayo, que
“Herencia” (así se titula el poema) de la rebelión. Este nacer de los hijos se lo debe todo, sin duda,
a las Madres de Plaza de Mayo, que
hicieron un eslogan de esta nueva forma de materinidad.
318 Colombo, 1993,
pág. 59.
319 Como prueba del
carácter anfibio del poemario, hay que decir que varios de sus fragmentos
fueron adaptados al teatro y representados en los años 1999-2000 en los
Festivales de Teatro
del Centro Cultural Ricardo Rojas de Buenos Aires.
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