I
Yo no
digo que vengas.
Digo que
me lleves por un lado del corazón
adonde tu jardín murmura la bruma
tabacal
del otoño
Abril es
hoy y toso en el viejo vestido amatorio
de las estaciones
como una
hembra en desuso. Y caigo a veces
porque me
pesa en sangre lo que deseo
Por eso
dejo mi nombre en esta carta
para que
me rescates de los sueños perdidos.
II
Echa las
velas
púrpuras sobre el lazo de seda
Alguien
duerme
cuando el
otoño es una mejilla húmeda y el
viento tu canción
La muerte
siempre amanece en el primer lugar
Detrás
del miedo el mundo es sangre seca, la
edad en ruinas
mi
perdida estación
III
En qué
rueca la voz arma su tejido para que la
expulsada sea una llama de leche
una novia
vacía con los ojos de arena saliendo
de su llave
En qué
mundo los dijes empiezan a sonar
En qué
lugar la arcilla se transforma en espacio
donde el grito ha dejado su plumaje
de cóndor
En qué
jardín entierro los silencios, en qué
cielo levanto las palabras
Desde
dónde te llamo.
IV
Las aguas cubren nuestra
tierra con
un rostro de arena
sólo horada este cielo
derramado en las sombras
una pequeña nave
como piedra lanzada yo me morí
en la aldea de tu mano
V
Donde el silencio llega como lengua de piedra
caídas
precipicios guardo
la soga que ha colgado a mi corazón
en medio de la calle
Desnudo este pañuelo cubriendo mi ceguera
así lo guardo
Y a despecho del dolor el viento eriza
la palabra perdida la palabra gastada
la palabra
*Del primer libro editado La edad necesaria /Ed. Buenos Aires Sur, 1978.
No hay comentarios:
Publicar un comentario